Todos tenemos una reputación. Todos.
Si le pregunto a alguien que te conozca ya sea en el ámbito personal o profesional, te describirá a partir de su percepción.
Si le pregunto a Google quién eres, me dirá algo. Seguro. Si no me crees, ve a googlearte.
La reputación es esa percepción generalizada que se tiene sobre algo o alguien con una carga de valor que se comparte de forma orgánica. Todos tenemos una.
Sin embargo, no todos hemos influido de forma intencional en la creación de estas percepciones.
Incluso muchos la desconocen. No tienen idea de qué se está diciendo cuando se habla de ellos.
En momentos donde el ruido y la cantidad de información rebasa por mucho la que podemos procesar, nuestra reputación como líderes, profesionales y referentes en nuestras áreas de actuación tiene más relevancia que nunca.
Hoy los negocios que humanizan su comunicación y sus marcas a través de las figuras de ejecutivos, vendedores, empresarios o emprendedores son los que tienen más oportunidad de conectar de forma genuina con personas que buscan personas.
Hoy los clientes desean (deseamos) estar frente a otra persona que nos escuche, que ejerza empatía y que conecte con lo que más necesito. Es más, en tiempos de inteligencias artificiales, automatizaciones y robots que te llevan todo, estamos dispuestos a pagar más por un trato humano, cálido y personal.
Ahora le llamamos Marca Personal pero la sustancia es la misma: humanos hablando a humanos. Con toda su humanidad.
Si siempre hemos tenido a personas hablando con personas, ¿Por qué se volvió relevante la Marca Personal?
Porque en medio de tantos mensajes, hoy es inminente ponerle una intención a ser relevantes.
Todos tenemos una reputación, es verdad. Pero es hasta que le ponemos intención a aquello que comunicamos, que se genera una Marca. Un mensaje alineado a lo que deseas que se perciba de ti, a tus valores y al tipo de público con el que quieres conectar.
Muchos han pasado por alto la etapa de preguntarse cosas como:
¿Qué quiero que se diga de mi?
¿Cómo me gustaría ser percibido?
¿A quien estoy atrayendo con mi comunicación?
De estas preguntas y sus reflexiones saldrán líneas muy claras para intencionar tu Marca Personal: qué compartir en redes sociales, a qué eventos asistir, a qué círculos introducirme o hasta cómo quiero proyectar mi imagen.
Aquellas ideas de ¿A quién le importa lo que yo haga… a quién le importa lo que yo diga? Quedaron atrás.
Si tu papel dentro de negocios, proyectos o sectores genera una reputación que impacta en el logro de tus resultados y te acerca o aleja de los objetivos de vida que te pones, yo creo que es una buena idea que sí es importante revisar lo que hagas y lo que digas.
Una Marca Personal no es una Vida Personal pública, como muchos creen. Construir una Marca Personal NO implica compartir detalles de tu vida en redes sociales. Implica decidir las percepciones que deseas generar (aceptando que muchas de ellas estarán fuera de tu control y serán sostenidas por las historias de cada persona con la que interactúes) y revisando las diversas formas en las que estás alimentando esas percepciones: qué publicas, en qué círculos te relacionas o qué aprendes, son algunos ejemplos.
Las personas deseamos conectar con personas.
Tus proyectos están rodeados de personas que desean conectar con gente como tú, pero no llegarán si no lo comunicas.
Hoy, el activo más grande de muchos negocios y proyectos es la visión humana detrás de ellos. Comunícalo.
Diana.
@dianatorres.mx
*Este texto fue publicado originalmente para la revista de Players of Life.