Tenemos que hablar – Diana Torres

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Tenemos que hablar

Y para hablar, hay que escuchar. EscucharNOS. 

En tiempos donde parece que todos tienen algo qué decir, que todas las ideas caben y que todos tenemos que estar en todo, todo el tiempo… se nos ha olvidado que en la comunicación, hablar es solo una mitad, la segunda mitad, por cierto. La primera es escuchar. 

Porque si no escuchas, no comunicas, aleccionas. 

Porque si no escuchas, no empatizas, juzgas. 

Porque si no escuchas, no conectas, instruyes. 

Pareciera que escuchar está en peligro de extinción. De escucharNOS ya ni hablamos, es tema prohibido. 

No es fácil. 

Escuchar implica domar al ego que cree saberlo todo. 

Escuchar implica considerar algo para lo que no estás aún preparado. 

Escuchar implica aceptar otras formas de entender el mundo. 

Escuchar implica recibir y… ¡ay, amiga, cuánto nos cuesta recibir!

Pero hay temas para los que no queda mucho más tiempo, tenemos que hablar y escucharNOS. 

Tenemos que hablar de salud mental; tenemos que hablar de cuánto y por qué hemos normalizado el dolor de panza como síntoma de ansiedad o angustia; tenemos que hablar de empresas y sistemas que premian las formas de éxito que se pagan con la vida, la familia y el bienestar. 

Tenemos que hablar de los precios que estamos pagando por pertenecer; de lo que nos está costando agrandar a gente a la que, en realidad, ni le importamos ni nos importa y cómo estamos construyendo la vida a partir de momentos que caben en 15 segundos con filtro de Instagram. 

Tenemos que hablar de nuestros niños, jóvenes y adultos mayores solos, incapaces de convivir porque no son tiktokers. 

Tenemos que hablar de lo que nos está costando no hablar y no escucharNOS. 

Tenemos que hablar y tenemos que hacerlo de frente, no sentados a la mesa compartiendo un espacio mientras cada uno se hunde en su pantalla. 

Tenemos que hablar y escuchar para recuperarnos.

Tenemos que reírnos a carcajadas con los malos chistes hasta hacernos pipí, en lugar de enviarnos emojis de carcajadas. 

Tenemos que abrazarnos con la fuerza de quien dice: te quiero, amigo; en lugar de mandarnos stickers de corazones. 

Tenemos que preguntarnos ¿cómo estás? a través de una mirada profunda y no de un envío masivo del “buenos días, grupo”. 

Tenemos que besarnos, tocarnos, mirarnos, llorarnos y reírnos… como si supiéramos, que lo sabemos, que en cualquier momento nos lo vuelven a prohibir. 

Tenemos que hablar de lo que importa, si aún nos importa.

IG: @dianatorres.mx

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