Cuando la educación deje de ser una buena inversión… – Diana Torres

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Cuando la educación deje de ser una buena inversión…

Soy maestra universitaria hace más de 12 años, mamá de dos niños en edad escolar, consumidora voraz de cursos diplomados, seminarios, congresos, mentorías… algo tengo para contar sobre educación, soy cliente y soy proveedora.

La educación como se concibió en el siglo XX y hoy se sigue ofreciendo en la mayoría de las instituciones formales ha muerto, pero los colegios y las universidades no se han enterado (y cuando lo hagan será muy duro).

La educación formal en la era industrial tenía un claro objetivo: formar más y mejor capacitados obreros para la clase productiva de las sociedades. La educación era una promesa de escala social: estudia una carrera para que te vaya bien en la vida, se cansó de decirme mi abuela.

Todo cambió. ¿Algunas pruebas?

Hoy es más complicado conseguir trabajo como Doctor en Ciencias que como soldador (y en algunas ciudades ganan lo mismo).

Hoy recibo alumnos en las universidades más caras de la región que no saben leer ni escribir correctamente.

Hoy veo a miles de profesionales escalando sus carreras gracias a sus habilidades autodidactas y la formación en línea.

Hoy el mundo requiere personas capaces de comprender su realidad y darle perspectiva global, con ciertas habilidades técnicas especializadas ( a todos niveles de especialización) que tengan potencial para ser flexibles y aprender en el camino, capaces de interactuar en un contexto multi cultural para convertir problemas locales en soluciones globales, capaces de pensar y hacer.

Los grandes polos de crecimiento innovador en el mundo lo tienen claro: educar en el pensamiento creativo, la especialización técnica y la flexibilidad permanente son la fórmula de sociedades que están educando generaciones que podrán ser parte de nuevas dinámicas económicas donde una clase creativa e innovadora marque el rumbo y otra clase técnicamente especializada le dé forma. La promesa de un mundo de líderes y emprendedores no es real ni sostenible. Las economías requieren quién innove, quién maquile y quién compre.

Rezagarse en modelos rígidos que forman profesionales bajo paradigmas estáticos basados en planes de estudio del siglo XX nos condena a no aspirar a ser quién innove o incluso quién maquile, sino solo ser mercados de consumo empobrecidos.

Las mejores universidades siguen enseñando asignaturas como planeación estratégica a 10 años (o más) ¿Quién tiene claro hoy qué será de su empresa el próximo año? Los mejores colegios siguen enseñando a los niños a memorizar, en un mundo que les pide a gritos que sean creativos.

En 2020 hay  familias endeudándose por millones de pesos para que sus hijos estudien carreras que en menos de 10 años dejarán de ser vigentes. ¿Lo estamos viendo? ¿Nos lo estamos cuestionando? ¿Qué haremos sobre eso?

Alcanzo a vislumbrar algunas posibilidades:

Premiar modelos educativos más flexibles sobre los sobre estructurados.

Alejarnos de la “titulitis” como símbolo de valor profesional y poner las habilidades blandas y de pensamiento como prioridad en el armado de nuestros equipos.

Fomentar la innovación y la disrrupción al interior de nuestras organizaciones.

¿Quién se anima? Nos leemos en www.dianatorres.mx

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