Yo vendo humo, pero hay humos que atraen y humos que apestan.
Desde hace más de 15 años mi trabajo es crear y mantener la reputación de mis clientes, sus ideas y marcas en el tono que más le conviene a sus negocios a través de su comunicación y eso es completamente intangible, etéreo y a veces hasta imaginario. Es humo, pues.
Las marcas y su comunicación es humo, un humo que te hace olfatear y querer estar más cerca o que huele mal y te provoca querer alejarte.
Hemos construido una falsa idea sobre vender intangibles, construir una reputación y hacernos una imagen en el imaginario público donde el “vender humo” se convirtió en sinónimo de estafar, mentir y hacer promesas que no puedes cumplir.
Me niego a pensar que persuadir es estafar. Aunque a veces así sea.
Frecuentemente discuto con emprendedores y empresarios ideas sobre cómo transmitir el gran valor que tienen sus proyectos ante sus futuros clientes e inversionistas y con cierta frecuencia me dicen: queremos que puedan darse cuenta del valor que tiene la marca para que se sumen, claro, sin que parezca que vendemos humo.
Vendemos humo, les digo. Todo el que vende intangibles vende humo.
Pero hay de humo a humo: el que apesta o el que atrae; debemos ser el humo que te hace querer saber más, que hace que se te antoje y hasta hace salivar.
Todo el tiempo vendemos algo que aún no existe, vendemos promesas.
Las inversiones son promesas, los emprendimientos son promesas, las ideas de negocio son promesas, las relaciones humanas son promesas. Nuestro futuro es siempre una promesa.
Hoy las mayores decisiones las tomamos a partir del olor del humo: algo nos atrae, nos hace sentir que seremos mejores, nos descarga de temores, nos ilusiona… y entonces compramos, hablamos, pagamos o elegimos. Así funciona la persuasión: nos atrae por el olor y lo que imaginamos que hay detrás.
Perdamos el miedo a persuadir, a comunicar lo valiosos que son nuestros proyectos e ideas, a hacer promesas responsables y a comprometernos con ellas. Ahí está el valor de los profesionales, emprendedores y empresarios que marcan la diferencia: prometen y se comprometen.
La comunicación persuasiva es un arma muy poderosa que requiere de una firme base ética para construir y convencer de una promesa que serás capaz de cumplir porque cuando la sabes usar, puedes vender todo, incluso humo.